Speak Now_capitulo 50

Capítulo 50

"¡¿¡¿CÓMO QUE YA SABE LA VERDAD?!?!" el grito histérico de Celeste hizo eco en la gran sala. Se movía de un lado a otro de forma desesperada, casi arrancándose el cabello con las manos "¡¿QUIÉN FUE EL QUE SE ATREVIÓ A TRAICIONARME?!" cada vez se alteraba más y sentía que la sangre le empezaba a hervir por toda la furia que se estaba acumulando en su interior, al escuchar lo que menos esperaba que sucediera. Su amiga Sussie la miraba con temor desde uno de los sillones de la habitación.

Al otro lado del teléfono se encontraba Melissa, quien aún se encontraba encerrada en la pieza que compartía con Margarita en la universidad "¡M-Mira, n-no sé cómo lograron averiguar todo pe-pero lo descubrieron! ¡Descubrieron tu plan, Celeste!"

Celeste estaba roja por la ira "¿¿LOGRARON?? ¡¿QUIÉNES?! ¡¿DE QUÉ ME ESTÁS HABLANDO?!"

"¡Fueron esos entrometidos amigos de Margarita! ¡Ellos lo sabían todo!" respondió desesperadamente.

"¿¡¿Bueno y dónde están ahora?!?"

"¡No lo sé! ¡Escaparon y me dejaron encerrada en la habitación!"

Celeste cortó la llamada y lanzó lejos el teléfono "¡AGH! ¿¡Por qué todos son tan ineficaces?!" Se tapó la cara con las manos y tomó un respiro. Necesitaba tranquilizarse de alguna forma para poder pensar en algún plan.

Sussie asomó la cara desde el sofá "¿C-Celeste?"

Celeste la miró enfurecida "¿Y tú qué quieres? ¡¿No ves que estoy pensando en tratar de arreglar todo esto?!"

"S-sí, lo sé, es sólo que estaba pensando... creo que lo mejor es que dejes las cosas c-como están"

La chica de cabello negro abrió enormemente los ojos "¡¿ESTÁS LOCA?! ¡Sí dejo las cosas como están esos tontos no se quedarán de brazos cruzados! No, ¿sabes lo que harán? ¡¿Sabes lo que harán?! ¡Me enviarán a prisión por todo este fraude!" gritó mientras se acercaba "¡¡Y tú irás conmigo!!"la apuntó.

Su amiga la miró asustada "¿¿Y-Yo??"

"¡SÍ! ¡Tú también! ¡Y todos los que están involucrados en esto!" dijo empujando con la mano unos adornos de porcelana que estaban sobre un estante, los cuales cayeron al suelo haciendo un estruendo.

Sussie comenzó a desesperarse y una sonrisa nerviosa se formó en su cara "No, eso es injusto, ¡yo no puedo ir a prisión! Tú me prometiste que nada malo pasaría si te ayudaba"

"¡Claro que te prometí eso! ¡Te lo prometí antes de saber que CJ nos traicionaría!"

"CJ no nos traicionó, sólo quería evitar que todo esto pasara. ¡Lo intentó todo este tiempo!"

"¡Bueno, si no fuera por CJ esto no estaría pasando ahora!" se asomó por la ventana "CJ... cuando la encuentre, va a sufrir las consecuencias por haberme traicionado" miró hacia el lado y vio su teléfono celular tirado en el suelo. Caminó unos pasos hacia él y lo recogió.

La otra chica la quedó mirando con atención "¿Qué vas a hacer?"

"Intentar arreglar todo esto"


Muy lejos de ahí y sin siquiera saber lo que estaba pasando a kilómetros de distancia, Margarita se encontraba con Mordecai afuera de la universidad Milten, aún esperando lo que él tenía que decirle. La noche estaba cayendo y la mirada de los mecánicos a unos metros de ellos hacía mucha más presión en su conversación.

"Entonces... ¿qué ibas a decirme?" preguntó Margarita posando la mirada en él, ignorando por un momento a los mecánicos.

"Muy bien, es ahora o nunca. Tranquilízate, Mordecai. Puedes hacerlo. Puedes hacerlo. No te desmayes. Sólo mírala y dícelo. No es tan difícil... sí es díficil. Oh, no. ¿Qué hago, qué hago, qué hago?" le dio una gran sonrisa "Ehh..."

"¿Y bien?"

Suspiró para dejar ir el nerviosismo "¿Re-Recuerdas aquella noche en la fiesta de despedida? ¿Cuando nos vimos por última vez?"

Ella lo miró un poco confundida pero afirmó con la cabeza "Claro que la recuerdo, organizaste una gran fiesta ¿eh?" lo golpeó suavemente en el brazo con una sonrisa nerviosa. "¿Por qué?" a pesar de que quería desviar el tema cuanto antes, trató de mantenerse calmada, para hacerle parecer que estaba bien con aquel tema.

"Porque... este... ¿recuerdas lo que me dijiste?"

"Creo que sí" respondió un poco triste por el recuerdo. No podía evitarlo, tenía esa noche grabada en la memoria.

Él la tomó con suavidad de los brazos "¿Recuerdas que me dijiste que... " hizo una pausa y luego la miró con una tierna pero melancólica mirada "... que me querías más que un amigo?"

Claramente esa pregunta la perturbó "Ehh... ¿P-Por qué m-me estás hablando de eso? No entiendo a dónde quieres llegar" fingió no entender nada y trató de no mirarlo. De pronto se había puesto muy nerviosa.

"¿Y recuerdas aquél b-beso mientras bailábamos?"

Ella ya estaba muy incómoda por la conversación y por tenerlo tan cerca "S-Sí" miró a otro lado.

"¿Y el beso en el aeropuerto?"

Ella se soltó de él, todo parecía un simple deja vú de aquella noche "¡Agh! ¡Por supuesto que me acuerdo de todas esas cosas, Mordecai! ¿Por qué de pronto me haces todas estas preguntas?"

"Lo que intento decirte es que... tampoco olvidé todas esas cosas que pasaron entre nosotros" desvió la mirada hacia el suelo, con un poco de tristeza "Desde que te fuiste sólo... he pensado en eso" la miró "En nosotros"

Ella lo miró con sorpresa y después ambos escucharon un bocinazo desde atrás que los hizo saltar. Con enfado, Mordecai se dio vuelta y se dio cuenta de que el ruido había provenido de la camioneta de los mecánicos. Gruñó mientras volvía a mirar a Margarita. Claramente el momento se había arruinado y se preguntaba si dejarían las cosas así o...

"Yo también he pensado en nosotros" habló de pronto ella.

Él sonrió levemente al escuchar eso. Se quedaron en silencio.

"Em... mejor no te retraso más, ya tienes que irte" le dijo ella después de que ambos habían dejado de hablar.

"No, espera" la detuvo "Margarita. Necesito preguntarte algo"

Ella lo miró fijamente a los ojos, en señal de que lo estaba escuchando, atenta a su pregunta.

"¿Tú... sientes lo mismo que me dijiste aquella noche en la fiesta?" tragó saliva, esperando la respuesta. Si todo salía mal no tenía idea de lo que pasaría en adelante entre los dos. Habían estado tanto tiempo separados que temía que los sentimientos de ella pudieran haber cambiado. Aunque los de él permanecían intactos. Incluso el estar cerca de ella seguía sintiéndose igual que antes.

"Emm... yo... yo... no lo sé"

Él abrió los ojos por la sorpresa y de repente sintió que el corazón se le apretaba. "No, no..."

"Es que todas las cosas que pasaron entre nosotros... durante todo ese tiempo... yo estuve preguntándome si tú sentías lo mismo que yo y... nunca tuve una respuesta" admitió con una expresión triste y algo molesta.

(Si quieren pueden escuchar esta canción mientras leen lo que sigue: www.youtube.com/watch?v=6w27LN…)

Mordecai se sintió un completo tonto al oírla. Si tan sólo no hubiese esperado tanto tiempo. Si tan sólo le hubiera confesado lo que sentía mucho antes. Si eso hubiera pasado, no estarían en la situación que estaban. Pero... ¿debía decirle lo que sentía o era demasiado tarde?

Aunque Margarita se adelantó y al ver que el tiempo se les estaba agotando, le dijo "Quizás, la pregunta correcta es si eres tú el que siente lo mismo por mi"

Mordecai sintió su corazón acelerarse. La presión de ella y todos alrededor lo hicieron pensar si era el momento o no, o qué cosa pasaría.

"Pero... tal vez no sea necesario saberlo, ya sabes, después de todo este tiempo, quizás estés pensando que es mejor ser-" sus palabras fueron interrumpidas, esta vez, por Mordecai quién se había inclinado a besarla. El tan esperado beso que ambos habían deseado y esperado por tanto tiempo. Margarita abrió los ojos por la inesperada sorpresa, pero lentamente se dejó llevar por el beso, sin importarle nada, olvidando completamente a todos a su alrededor y olvidando por un momento en donde estaba. Sintió como si su cuerpo flotara a causa del sabor de aquel beso, dejando atrás todas las emociones anteriores de ese día, la frustración, la rabia, la tristeza, la impotencia; y llenándose enteramente por el sentimiento de ese momento. Se afirmó de él posicionando sus manos sobre sus hombros.

Aunque se habían besado anteriormente, esta vez era única e incomparable a las otras. Maravillosamente incomparable a las otras. Era la primera vez que él la besaba y no podía sentirse mejor. Porque ya no era un secreto lo que sentían el uno por el otro. Todo en el interior de cada uno se sentía como miles de fuegos artificiales estallando, pero tal como estos, no durarían para siempre pues poco a poco él fue separándose de ella. Más allá se escuchaban unos aplausos y unos bocinazos. Ambos se dieron vuelta y vieron a los mecánicos celebrando el beso de ellos. Rieron, un poco avergonzados.

Él aún sostenía la cara de ella con sus manos "Dime, ¿respondí tu pregunta?" preguntó dulcemente.

Ella se sonrojó y la enorme sonrisa no se la borraría nadie."Ehh, jeje" soltó una risita "Sí, claro que respondiste mi pregunta. Ahora dime tú si esto responde la tuya" dijo volviendo a besarlo.

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Después de unas cuantas llamadas fallidas, Celeste estaba comenzando a ponerse histérica, y ya no sabía qué hacer para detener lo que se le había escapado de las manos. "¿Cómo que nadie puede ayudarme?"

"Lo siento mucho, Celeste, pero al estar tan cerca la víspera de Navidad, son muy pocos los que se encuentran en la universidad a estas alturas del día" respondió Emily, la prima de Sussie, a través del teléfono.

"¿¿Y dónde estás ahora?? Necesito que detengan y encierren a esos entrometidos que arruinaron mi plan" gruñó enfurecida.

"En este momento estoy en el aeropuerto porque viajaré a California a visitar a mi familia. En serio, lo lamento, pero recuerda que durante estas vacaciones no correría el pago que usualmente nos das a tus, ehh "empleados", así que tampoco creo que muchos de los que están en la universidad estén dispuestos a hacer algo por ti"

"¡¿Qué?! ¡Si no fuera por el dinero que les doy no serían nada! ¡Si tanto quieren el dinero diles que les enviaré el pago por correo uno de estos días!" gritó Celeste por el auricular.

"Oh, mi vuelo está a punto de salir. Debo irme, adiós"

"¡¿Estás bromeando, no me vas a ayudar?!" la llamada se cortó "¡Emily! ¡Emily, responde! ¡Agh, maldición!" una vez más lanzó su celular, esta vez con tanta fuerza que se hizo trizas al chocar contra el suelo.  

"C-Celeste."

La chica respiraba agitada "¡No me hables!"

"Pero, Celeste"

"¡Qué!"

"¿No sería buena idea llamar a tu papá y pedirle ayuda?" le sugirió Sussie.

"No puedo... él confía en mi. Si se entera de que todo está perdido va a estar muy decepcionado conmigo. ¡¿Qué aún no entiendes la gravedad de todo esto, Sussie?! ¡Hasta mi padre corre un gran peligro por ser un cómplice en todo esto! ¡Es él quien financiaba todo esto!" cayó al suelo agarrándose los cabellos, a punto de romper en llanto "Tengo miedo, no sé qué hacer, estoy tan sola"

Sussie jamás había visto a su amiga de esa manera. Y estaba comenzando a sentirse tan desesperada como ella. No tenían escapatoria. "No estás sola, Celeste. Tienes a tu padre, y a mi, tu mejor amiga" pese a todo, trató de sonreírle para consolarla.

"¡Eso es!" se levantó y con la cara llena de lágrimas buscó nuevamente su teléfono celular, pero al verlo roto en el piso corrió a buscar otro.

"¿Qué harás?"

"Me iré de la ciudad, del país, es la única forma de olvidarme de todo esto. Llamaré a mi padre y le pediré dinero, así tomaré un avión lo más lejos posible de aquí"

"¿Tomarás? ¿O sea que irás tú sola?" preguntó su amiga, confundida.

Celeste la miró como si estuviera desquiciada "Por supuesto que iré yo sola"

"¿¿Y qué hay de mi??" dijo Sussie con desesperación.

"Puedes cuidarte tu sola" fue lo último que respondió antes de tomar el teléfono.

Sussie se aguantó las ganas de gritarle algo feo a su "amiga". Había descubierto un lado de ella que nunca esperó conocer. No tenía remedio. "¡Muy bien! ¡Si eso quieres, puedes quedarte sola, me voy!" con enfado, caminó hacia la puerta, siendo probablemente la última vez que vería a Celeste.


En la universidad...

"Había querido decírtelo antes, pero... estabas tan feliz de venir a la universidad y cumplir tu sueño. Y yo sólo... no quería arruinar tu oportunidad de venir aquí. Después de que me dijiste lo que sentías por mi quise confesártelo pero no pude. No quería lidiar con la idea de que te fueras para siempre de mi lado sabiendo que sentíamos lo mismo el uno por el otro"

Ella escuchó con atención cada palabra, dejándole un sentimiento de alivio. Ni siquiera recordaba todas las locuras que habían pasado ese día. Tal vez las olvidaría pronto, pero aquél momento sí se quedaría por siempre en su mente. "Me alegra al fin saberlo"

Ambos se quedaron mirando por unos segundos, con tiernas sonrisas en sus caras.

"¿Mordecai?"

"¿Sí?"

Estaba a punto de decirle algo, cuando de pronto notó algo a lo lejos. Fijó la vista "¿Qué hacen Eileen y Rigby corriendo hacia nosotros?" Mordecai se giró para mirar.

"¡Al fin los encontramos!" dijo Eileen acercándose a ellos.

Rigby venía a unos metros detrás de ella "¡S-Sí...!" cayó al suelo respirando agitado. Sin duda los deportes y su estado físico no eran una buena combinación.

"¿Qué pasó? ¿Están bien? ¿Por qué venían corriendo?" preguntó Margarita preocupada.

La pequeña topo trató de recuperar el aliento "Margarita, tenemos que irnos. Ahora"

"¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué es lo que pasó?"

"Corres peligro aquí"

"¿Qué?" comenzó a asustarse.

"Hay gente que quiere hacerte daño. No podemos dejar que eso pase. Debemos irnos ahora ya" la apuró Eileen.

"Pe-pero ni siquiera he empacado mis cosas. Tengo que ir por ellas" dijo haciendo un ademán para irse.

"¡No! No puedes" la tomó rápidamente del brazo "Dejamos a Melissa encerrada en tu habitación"

"¿Por qué hicieron eso? No me digas que también era una de..." Eileen asintió con la cabeza. Margarita se tomó la cabeza dejando escapar un suspiro "No puedo creerlo... Melissa era mi amiga..." de pronto recordó todo lo malo de ese día y que aún no se acababa. Nuevamente comenzó a sentirse mal. Mordecai tomó su mano y la estrechó con fuerza. Estaba tan preocupado como ella.

Eileen la tomó del hombro "Margarita, debemos irnos"

"Está bien" respondió con voz apagada.

"Dejé mi auto estacionado en la otra calle" dijo Eileen mientras los cuatro comenzaban a caminar hacia allá.

Rigby miró con atención a su amigo "¿Mordecai también nos acompaña?"

Mordecai lo miró frunciendo el ceño "Claro que sí, ¿a dónde quieres que vaya?"

"A lo que me refiero es... ¿dónde está el auto de Benson? ¿No estabas esperando al mecánico?" dijo confundido.

"Ehh...sí. Les dije que yo iría al taller a buscar el auto"

"¿Por qué?"

"Este... ejem. Estaba ocupado" dijo mirando disimuladamente a la cardenal, levemente sonrojado. Rigby sonrió burlonamente al verlo tomado de la mano de Margarita "Hmm hmm"

Al llegar al auto, todos subieron.  Margarita y Mordecai se sentaron en el asiento de atrás y ya que Eileen conduciría, Rigby se sentó adelante con ella. La pajarita miró por última vez la universidad con que había soñado tantos años. Donde alguna vez pensó que todos sus sueños se harían realidad. Y aunque no fue muy agradable el tiempo que estuvo ahí, jamás imaginó un final como ese. Sus ojos comenzaron a aguarse.

"Siento mucho que toda esta locura haya sucedido" se lamentó la pequeña topo mirando a su amiga por el espejo retrovisor. Margarita no dijo nada y entre los demás intercambiaron miradas. "Si quieres podemos pasar a comer algo en el camino. Tú eliges" le sugirió con la intención de hacerla sentir mejor. "Oh, ¿qué tal cuando lleguemos pasamos a comprar una pizza o uno de esos helados del muelle que tanto te gustan?"

"Ahora que lo dices, muero de hambre" respondió Rigby poniendo sus manitas en su estómago.

"Rigby, acabas de comerte una dona, ¿y tienes hambre?"

"Pero con todo ese ejercicio de correr por toda la universidad buscando a Mordecai y Margarita, gasté todas mis energías" dijo levantando las manos.

"Ay, Rigby..." Eileen rodó los ojos. Volvió a ver a su amiga que no había respondido nada "¿Entonces, qué me dices Margarita?" le sonrió.

"No, gracias... no tengo hambre. Sólo quiero volver a casa" dijo acomodándose en el asiento y mirando por la ventana.

Con un rostro triste, Eileen encendió el auto "Está bien"

"Pero cuando volvamos podemos ir a algún lugar para divertirnos, al cine o hasta acampar!" propuso Mordecai y Rigby y Eileen festejaron la idea.

Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de la pajarita. "Suena bien"

"¡¡Aquí estás!!" gritó Melissa al otro lado de la ventana del auto, haciendo a Margarita y a todos los que estaban adentro casi morir del susto "¡¡Ahhhhhh!!" gritaron todos.

"¡Acelera, Eileen!" gritó Rigby y la topo pisó el acelerador y el auto pareció volar. Pero al menos se alejaron de Milten y de todas las locas personas que ahí se encontraban.

Gracias a la ayuda de sus amigos, Margarita se había salvado de todo el daño que Celeste, alguien que jamás hubiera imaginado, le pudo haber causado. A pesar de que era su sueño ir a Milten, nunca habría estado más feliz y aliviada de estar arriba de ese auto que la llevaría sana y salva a su casa. Miró a sus amigos y una chispa de felicidad inundó su corazón. No todo era tan malo, al menos los tenía a su lado... y jamás dejaría de estar agradecida por todo lo que habían hecho por ella. Eran grandiosos.


La mañana había llegado y el sol brillaba más que nunca. Ella supo que era el momento. Pese a estar destrozada por haber peleado con su padre por teléfono, había conseguido el dinero. Ya no había vuelta atrás y pronto su pasado quedaría olvidado al tomar ese avión y alejarse para siempre. Tomó sus maletas y caminó hacia la puerta que la llevaría directo a abordar su avión. Sólo quería estar allá adentro y respirar aliviada al saber que ya nadie podría encontrarla. Pero como siempre, se había salido con la suya y había sido más astuta que los demás.

Al llegar a la puerta le pasó su tarjeta de embarque y de identificación a la persona encargada, una mujer de unos treinta años que vestía un uniforme azul oscuro. Luego de leer atentamente sus documentos la miró a ella  "Espéreme un momento"

"Sí, claro" respondió Celeste de manera despreocupada.

Cinco minutos más tarde regresó con dos hombres que parecían ser policías. Celeste los quedó mirando con atención. "Lo lamento mucho señorita, pero no puede realizar este viaje"

Celeste comenzó a ponerse nerviosa "¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¡Mis documentos están bien! ¡Pagué por los pasajes!"

Los dos hombres se acercaron a ella "Buenos días, señorita... Celeste Williams, le pido que por favor nos acompañe"

"¡¿QUÉ?! ¡¿De qué me está hablando?! ¡¿De qué se trata esto?!"

"Tenemos estrictas órdenes de arresto contra usted. Por estafa y manejar ilegalmente los estatutos de la Universidad Milten y varias personas de ahí. ¿Conoce a Emily Watson?"

Celeste estaba atónita, desesperada y atemorizada al mismo tiempo "No, esto es una broma, ¡no puede ser!"

Los policías la tomaron de los brazos "Por favor, acompáñenos"

"¡NO! ¡NO! ¡ESTO ES UN ERROR! ¡NO CONOZCO A NADIE DE ESA UNIVERSIDAD!" pataleaba mientras los oficiales la sacaban del aeropuerto y la dirigían al auto de policía.

Su engaño había sido descubierto y lo lamentaría por años.

O quizás hasta el final de sus días.


FIN?


Benson se encontraba en su oficina revisando algunos papeles cuando escuchó que alguien tocaba la puerta. "Adelante" dijo sin levantar la vista de estos.

Abrieron la puerta y se dio cuenta de que era Papaleta al oír su peculiar voz "Benson, buenas noticias. Mordecai y Rigby acaban de regresar de su viaje"

Benson sonrió por la noticia "Wow, no se demoró tanto... Espera, ¿dijiste Mordecai y Rigby?"

Papaleta asintió con la cabeza "Sí, es lo que dije"

"¡Con razón había estado desaparecido todo el día!" gruñó Benson levantándose inmediatamente de su escritorio y caminando hacia la puerta. Bajó las escaleras y se dirigió a la sala para encontrarse con sus empleados favoritos. "Chicos... que bueno que llegaron. Hay mucho trabajo que hacer"

"¿Qué?" dijeron ambos abriendo los ojos como platos.

"¿Acabamos de llegar y quieres que trabajemos?" se quejó Mordecai levantando los brazos.

"Jaja, sólo bromeo. Tendrán la tarde libre"

Los chicos sonrieron festejaron con un "OHH".

"Pero mañana... mañana retomarán sus labores. ¡¡Y tú Rigby estarás todo el día trabajando duramente por haberte ido y no haberme avisado!!" gritó un enojado Benson.

Mordecai le envió una mirada reprochadora a su amigo "¿No le dijiste? Que feo, amigo..."

"¿Q-Qué? Pe-pe-pero-"

"¡Sin peros! Y créeme que te vigilaré todo el día, y si no haces tu trabajo, ¡TE DESPIDO!"

Rigby se cruzó de brazos "Agh, bien..." gruñó molesto con él.

"Ehh... ¿yo no tengo que trabajar todo el día, verdad?" preguntó un feliz Mordecai. Aunque ya sabía la respuesta. Sólo quería molestar a Rigby recalcándole que él no tendría que trabajar tanto.

"No, tú estás bien" dijo sonriendo de lado "Y dime, ¿cómo te fue con Margarita? ¿Pudieron rescatarla?"

Mordecai sonrió "Sí, fue un poco difícil, pero lo logramos"

"Me alegra saberlo. Y dime, ¿cómo está mi auto?"

En ese momento Mordecai recordó y abrió los ojos enormemente. Miró a Rigby en busca de ayuda "Ehh..."

Benson notó la expresión atónita de él "¿Qué?" su sonrisa había desaparecido y estaba serio.

"Tu auto está bien, es sólo que... ehh... es que..."

"¿QUÉ?" insistió una vez más su jefe.

"Acabo de recordar que está en Wisconsin, jeje" tartamudeó el ave azul.

Benson comenzó a ponerse rojo y en cualquier momento estallaría de la ira.

"Pe-pero s-si quieres puedo ir a buscarlo, no es problema para mi" dijo Mordecai con una sonrisa nerviosa "¿No? ¿No?" Benson no reaccionaba.

"¿Qué le pasa? ¿Está bien?" preguntó Rigby mirándolo preocupado.

"Ehh, parece que lo está pensando, es mejor dejarlo solo para... ¡CORRE!" gritó Mordecai y junto a Rigby salieron corriendo de la casa.

"¡¡¡¡¡MORDECAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!" gritó Benson con todas sus fuerzas y salió corriendo detrás de ellos.


Ahora sí, FIN. :')